Se lo complicado que ha resultado viajar a bordo de un barco, que sólo lleva a la desesperación, en el que viaja la desesperanza, y que esta, ansia ante todo, coronarse como dueña de tus pupilas. En las idas y venidas, sobre las olas del mar, se perdieron tus ganas de quererme amar y ahora soy yo la que vaga a la deriva, en un velero de una sola vela, que no se manejar.
Tus labios son el fuego que ha prendido mi mecha, y me ha hecho explotar, en un millón de desperfectos, que nunca se podrán reparar; pues todos los adiós suenan amargos, pero el que salió de tu boca me robó la razón de ser.
Ahora entiendo, que me encadenasen a la vida, y me obligasen a vivir sus penurias, ya graves de por si solas, pero peores, ahora que tú no estás, para aflojar mis ataduras, ni para darme las alas y las ganas, para poder alzar el vuelo.