¿Dónde están los que le vieron brillar y se acercaron a su luz?
¿Dónde el fulgor, la alegría que le hacían de veras resplandecer?
Sigue nadando siempre a contracorriente pero sus aletas están cansadas y no puede continuar. Se deja llevar y otras luces se contemplan lejanas pero también un ser maligno a través de la oscuridad. Ahora en estómago de ser con grandes fauces y tripa caliente se siente resguardado pero la bilis le consume. Hubo días en los que podría haberle cegado para escapar pero ya no hay poder claro ni fuerza en los costados para intentar salir.
Así el pez perece en aquel gran mar lúgubre
siendo ocupa del vacío.
Nadie.